jueves, 23 de junio de 2005

El plan de juego 2006

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 23 de junio de 2005.

Arrancó el "plan de juego" oficial favorito, esta vez en torno a los comicios de 2006: desactivar electoralmente cualquier propuesta alternativa al actual esquema de saqueo crónico del patrimonio nacional -fundamental aunque no exclusivamente el petro-eléctrico-, relacionando a la izquierda con "la violencia" y el "narcoterrorismo". Así ocurrió en el proceso político-electoral que llevó a Fox y a la derecha, al poder. El logro no fue menor: se mantuvo incólume el programa de depredación imperial-oligárquico bajo la máscara de una "alternancia política" que finalmente exhibió su verdadero rostro en el frustrado intento de desactivar políticamente a López Obrador. En esta ocasión el plan de juego se dirige a lo mismo: garantizar una victoria electoral, ahora en favor del aparato priísta, que, bajo Madrazo, ya tomó medidas concretas para congraciarse con el alto empresariado petrolero y la Casa Blanca, desvinculado su programa del 27 constitucional. La noción de fondo de Bush y Fox es la de "remover" a cualquier "necio" que obstaculice el fluido curso de los negocios -sean del petróleo, el gas, o del agua, entre otros-, por medio de la consolidación de una dinámica electoral a la usanza estadunidense, acaparada por un duopolio partidista.

Es significativo que el arranque del "plan 2006" estuviera a cargo de Bancomer-BBVA, uno de los principales beneficiarios, junto con Citigroup-Banamex, del paquete del FMI-BM, impulsado por Salinas, que desembocó en el escandaloso Fobaproa-IPAB y la entrega de la banca y que está en el meollo causal de la magna operación de "la compra-venta de México".

El "plan" dio inicio cuando BBVA sorpresivamente cerró varias cuentas utilizadas por organismos civiles del país y del exterior para canalizar fondos a las comunidades chiapanecas organizadas por los zapatistas. Se dejó en el aire, para que el consorcio pudiese negarlo, que la medida obedecía a la imputación de que las cuentas se usaban para lavado de dinero. La segunda movida se hizo por medio de operativos "antinarcóticos" realizados por la Sedena en Chiapas, para vincular al EZLN con el narco. La mano del imperio es inocultable: es una estrategia utilizada por EU vía su Plan Colombia sobre la que hay que llamar la atención si se toma nota de los acuerdos sobre "seguridad" firmados por los países integrantes del TLCAN. La respuesta del EZLN, de todos conocida, fue puntualmente analizada por Montemayor y Hernández Navarro, desde estas páginas.

Que López Obrador haya sido y sea uno de los principales si no es que el principal impugnador del Fobaproa y crítico de la política económica en curso y que, además, encabece las preferencias electorales tampoco es asunto menor: está en el meollo de un escenario que, como ya se experimentó en 2000, realizaría "operativos de Estado" de "provocación" en su contra, con los consabidos "guerrilleros", "terroristas" y "porros" actuando en el corazón mismo de las bases electorales, en los principales centros urbanos y de educación media y superior. Con una tal dinámica de bajo perfil se generan incidentes que, gracias a la "magia" del duopolio televisivo, se diseminan por todo el país. Se induce así una desestabilización política y anímica, "teledirigida" a emparentar y arrinconar a la "izquierda" con la "violencia" y el "narcoterrorismo". No es el voto "útil" a la Castañeda, sino el más efectivo "voto del miedo", sintetizado en aquella consigna usada por el foxismo, ¿ya se nos olvidó?, del "yo voto por la paz". El de 2000 fue un implacable "plan de juego" usado contra Cárdenas, también centrado en la manipulación del temor. Pero las condiciones del país son otras. El deterioro de la economía popular ha sido tan profundo como el debilitamiento de la legitimidad derivada de la temeraria politización del aparato judicial. Ahora, el mismo ímpetu del "desafuero" se profundiza y se materializa en este (muy) peligroso escenario político-electoral y "policial-militar" de restauración priísta. Lo que está de por medio, visto desde la cúpula imperial-oligárquica no es cualquier cosa: garantizar la continuidad para, entre otras medidas, "constitucionalizar" la entrega de la renta petrolera a las empresas extranjeras del ramo y sus socios de adentro, como se hizo con los bancos. El proyecto imperial (ver Imperialismo económico en México, Debate, 2005), consiste en un Pemex paralelo a cargo de esas empresas, mientras un cascarón se dedicaría al manejo burocrático de los hidrocarburos, según el Banco Mundial por medio de una "...agencia federal de hidrocarburos que estaría separada de Pemex..." encargada de firmar los contratos de exploración y producción con las petroleras. Sería, dice el BM "un ente similar a los existentes en EU, por ejemplo, la Land Comission en Oklahoma y la Texas Railroad Comission".

jueves, 9 de junio de 2005

Dólar-euro: geopolítica del dinero

John Saxe-Fernández
La Jornada.
México 9 de junio de 2005.

El poderío imperial de Estados Unidos en el orbe es colosal. Aún así, la inusitada resistencia iraquí a la ocupación transformó la ecuación geopolítica, y hoy esa agredida nación árabe es un pantano con altos costos político-militares y económicos sin que el ''high tech'' militar la pueda neutralizar. Además, se detectan otros cambios que afectan la capacidad de Estados Unidos para influir de manera determinante en la economía y la política, en contraste con el periodo de supremacía hegemónica (1945-1971) en el que el dominio del dólar, uno de los fundamentos de la Pax Americana, era absoluto.

Los datos y las modificaciones verificables son los puntos de guía para evaluar la actual constelación internacional de poder en el área monetaria. Es desde ahí, desde los referentes históricos y empíricos y no desde los ''marcos teóricos'' o las manipulaciones conceptuales en boga -generadas por quienes han sido atinadamente calificados como ''intelectuales dormidera'', a la Hart y Negri-, que se pueden esbozar las características centrales del predicamento imperial.
Estadísticas recabadas por Richard B. Duboff, (Monthly Review 2003) y más recientemente por Antonio Sánchez (Geopolítica del dinero, FCPS-UNAM 2005), indican que Estados Unidos no sólo es menos dominante, sino vulnerable, y el vínculo débil es un dólar que, de manera irregular y con periodos de recuperación, se ha erosionado. Por ejemplo, entre 1981 y 1995 la tajada de los ahorros privados mundiales en monedas europeas (el euro aparece hasta 1999), pasó de 13 a 37 por ciento, mientras, según Duboff, la participación del dólar disminuyó de un abrumador 67 por ciento a 40. Desde que se puso en circulación el euro, 44 por ciento de los nuevos bonos emitidos están en esa moneda, acercándose a 48 por ciento emitidos en dólares.

El cambio, en la estructura de poder del aparato monetario internacional es un fenómeno que amerita cuidadosa atención: parece moverse desde la ''monopolaridad monetaria'' de la Pax Americana, con el dólar como rey absoluto, hacia la ''bipolarización'' (dólar-euro) y una eventual ''tripolarización'' con el yen-canasta asiática.

En 1990 la mitad de todas las reservas de los bancos del mundo estaban en dólares, sufriendo una vertiginosa caída de 76 por ciento en 1976. Sin embargo, como lo demuestra Sánchez en una espléndida tesis doctoral que acaba de ser defendida, es una situación fluctuante, porque la participación del dólar en el total de tenencias oficiales identificadas de divisas en el mundo presenta altibajos. Por ejemplo, al finalizar 1991 el dólar representaba el 51.3 por ciento del total para todos los países. En 2002 se consignó una participación del dólar de 64.5 por ciento. Pero la importancia de estas variaciones, e incluso el hecho de que existan, no escapan a la atención de los analistas.

''Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial -escribe DuBoff- existe otra fuente universalmente aceptada para la realización de pagos y de liquidez, y ello ocurre en un momento en que la balanza de pagos de Estados Unidos muestra un déficit récord''.

Sánchez, por su parte, al reconocer que la supremacía del dólar durante 50 años se ha podido mantener a pesar de prolongados periodos de pobre desempeño económico y enormes e insostenibles déficit fiscales y de cuenta corriente -convirtiéndose la superpotencia militar en el mayor deudor del mundo, con una posición inversora neta negativa-, aclara que, en realidad ''no es necesario que el euro reemplace al dólar como moneda internacional, sino que basta con que juegue un rol similar para que se dejen sentir las consecuencias de una radical transformación en la configuración del sistema monetario y financiero internacional''.

Hasta ahora el desempeño del euro con funciones de reserva de valor, es decir, en relación a ''su capacidad para mantener su poder de compra a través del tiempo'' ha sido consistente. Sánchez muestra que, en un área tan crucial como la de los mercados financieros, ''el campo de batalla más importante en el desafío asumido por el euro frente al dólar'', la situación, incluso con anterioridad a la puesta en operación del euro, era de franca vulnerabilidad de la moneda nacional estadunidense, corroborando la tendencia observada por DuBoff, y permite percibir las alteraciones y permutas en la balanza de pugnas de las fuerzas hegemónicas mundiales.

En lo que se refiere al porcentaje de tenencia de bonos internacionales, el dólar pasa de 52.6 por ciento a finales de 1981 a 34.2 a finales de 1995, mientras el de las monedas europeas cambia de 20.2 por ciento a 37.1 en los mismos años. Algo similar ocurre en los cambios medidos en el porcentaje de la tenencia del portafolio privado internacional: el dólar pasa de 67.3 por ciento a 39.8, y las monedas europeas de 13.2 por ciento a 36.9 en los mismos años.

El papel de la moneda en los mercados financieros y los flujos de capital es central, representando volúmenes 40 veces superiores a los del comercio, y en este contexto sólo una catástrofe política en Europa (el rechazo a la Constitución no lo es), modificaría la tendencia bipolar en la ecuación del poder monetario internacional.