martes, 22 de enero de 2008

Retozando en el Pérsico



Retozando en el Pérsico


John Saxe-Fernández

La Jornada, México

jueves 17 de enero de 2008




Las noticias no pueden ser más inquietantes: como en 1929, la crisis de la economía estadunidense y mundial se profundiza y los inversionistas, en busca de refugio, se vuelcan al oro y a la compra de acciones del sector bélico-industrial, receptor de grandes subsidios, ya que acapara 70 por ciento del presupuesto del Departamento de Defensa (DdD). Y mientras el proceso comicial en EU procede según lo establecido, la camarilla gobernante se aferra al poder al profundizar su belicismo: Bush se desplazó a Oriente Medio para promover una paz y estabilidad sui generis, auspicia la carrera armamentista mientras siembra cizaña al incitar a los árabes a “aislar” a Irán y genera más tensión diplomilitar: el 14 de enero la prensa informó que EU presentó queja diplomática formal porque, según el DdD, botes de alta velocidad de la Marina de la Guardia Revolucionaria de Irán habrían efectuado “maniobras agresivas” en el estratégico estrecho de Ormuz, “amenazando”, desde los altavoces de sus rápidas lanchas, con “hundir las naves de EU”. El incidente fue aprovechado por la Casa Blanca para incitar a una guerra contra Irán, tan ansiada por la dupla Bush-Cheney bajo el supuesto beneficio electoral para el Partido Republicano. Sin dilación, Washington presentó a Irán como un peligroso agresor. Stephen Hadley, asesor de seguridad nacional, dijo que el episodio “estuvo a punto de ocasionar un cruce de fuego” y Bush añadió que “si Irán atacaba barcos estadunidenses” habría “serias consecuencias”, reiterando su aserto de que esa nación es “una amenaza a la paz mundial”.


Pero de súbito la escenografía bélica se desplomó ante una atónita opinión pública cansada de las mentiras y fraudes informativos típicos de este lamentable gobierno antes durante y después del 11/9, otro suceso usado para hacerse de poderes de guerra, desmontar la Constitución y “justificar” la petroguerra y ocupación colonial de Irak. Información recabada por el New York Times y Gareth Porter revela que los archivos electrónicos con las presuntas amenazas iraníes fueron alterados sugiriendo además exageración y manipulación oficial de los eventos. En su edición del jueves el rotativo mencionó el escepticismo de ex oficiales navales sobre la “versión dramática” y las graves inconsistencias en las cintas usadas como evidencia. Poco después, según difundió la BBC, dos analistas del diario Navy Times de la Marina confirmaron que en el audio “no aparece el ruido de fondo que un equipo de transmisión de radio normalmente captaría en la superficie de una embarcación”.


Pero el encadenamiento de pifias no cesó: ahora la Marina investiga la posibilidad de que un bromista, conocido por los capitanes de barco que operan en la región con el apodo de Mono Filipino, haya interferido sus sistemas de comunicación durante el percance, lo que coloca a la Casa Blanca en una posición en extremo insostenible y al “comandante en jefe” en el ridículo.

El revés de Bush en Ormuz sería irrisorio, si no fuera porque están en juego incontables vidas, la paz y la economía mundiales, así como una colosal devastación. Es temerario retozar en el estrecho de Ormuz, considerado por décadas punto neurálgico de cualquier escenario de la “tercera guerra mundial”: como se advierte en JS-F Petróleo y estrategia (Siglo XXI, 1980) el problema central que impacta la agresividad de Washington en el Oriente Medio es el peligroso orden de probabilidad con que un conflicto militar ahí –dado el carácter vital del petróleo para el funcionamiento de la economía mundial– se podría agravar “escapando a todo control”. Esta línea de análisis, presente en estudios realizados en EU y Rusia, tiene como uno de sus escenarios centrales precisamente el estrecho de Ormuz, que conecta al golfo Pérsico con el Índico y es ruta del petróleo hacia los mercados del mundo.



En este contexto, resalto la diferencia esencial entre el despliegue por parte de la Casa Blanca de Johnson, de operaciones encubiertas en el golfo de Tonkin en agosto de1964, para lograr poderes de guerra y “justificar” la intensificación de la agresión contra Vietnam del Norte y los operativos navales que se detectan ahora en el estrecho de Ormuz: el primer operativo ocurrió en un entramado básicamente táctico y regional en su impacto militar directo. El segundo, que impulsa Bush, se da en un medio global afectado por variables independientes y estratégicas: como señala Michael T. Klare en Blood and Oil (Penguin, 2004) por el estrecho de Ormuz transitan al mercado internacional más de 14 millones de barriles de petróleo diarios, siendo por eso un punto nodal en las operaciones de monitoreo del Comando Central a cargo de las operaciones del DdD en el Oriente Medio. El general Tommy Franks, encargado de ese Comando en 2002, sintetizó el asunto así: “68 por ciento de las reservas probadas del planeta están en la región del Golfo y 43 por ciento de las exportaciones de petróleo del mundo pasan por el estrecho de Ormuz”. Con el barril a casi 100 dólares, el más leve atasco del flujo petrolero tendría efectos globales ruinosos.

jueves, 3 de enero de 2008


Geopolítica del desalojo




John Saxe-Fernández


La Jornada, México,

3 de enero de 2008.




“Imperialización” y no “globalización” es la categoría adecuada para explicar lo que ocurre en la economía y la política del país. La privatización y extranjerización sigilosa e inconstitucional de Pemex-CFE y la apertura total a la producción subsidiada de maíz, frijol, caña de azúcar y leche en polvo de EU, al entrar en vigor el capítulo agropecuario del TLCAN en 2008, son ejemplos de un fenómeno de larga data, cuya intensidad y ritmo se acelera. Es, además, un “diseño demográfico” que expulsa anualmente a 600 mil connacionales, centrado en una guerra de clase desplegada en nombre de la tasa de ganancias desde el Banco Mundial (BM), el FMI y el BID, con las desleales complicidades empresarial-gubernamentales de acá. Pero no es un proceso lineal: la imperialización sucede bajo una dinámica compleja con una atroz ruina de la economía popular y de la clase media, que incluye una “geopolítica del desalojo”, en medio de agudas contradicciones y, paradójicamente, de una “crisis oligárquico-imperial” con fuertes impactos constitucionales y en los equilibrios cívico-militares.



La historia del país muestra que desregulación bancaria, aperturismo comercial, especulación financiera, explotación de la fuerza de trabajo y depredación de los recursos naturales desembocaron en ciclos de guerra civil que cobraron poco más de un millón de vidas. El subdesarrollo, el desempleo y la polarización, lejos de aminorar, se acrecientan con el TLC, gestado bajo impulso, préstamos y recetas del BM-FMI y del BID, parte de un “bilateralismo intensivo” que ahora Bush, con el aval de Calderón, amplía a la “seguridad nacional”, el derecho penal y el Poder Judicial.



El proceso, con nombres y apellidos, emana de una red de complicidades, intereses y transas de clase acentuadas desde la crisis de 1982 y del sometimiento neoliberal a las ambiciones y lucros del capital monopolista de dentro y de fuera, consignados en Forbes y en el portafolio de negocios de Pemex. Ello con su cauda de despidos –cientos de miles de ferrocarrileros, trabajadores y técnicos de Pemex-CFE, “desalojados” de sus puestos de trabajo– y del desarme de los contratos colectivos.



El “modelo”, lejos de conducirnos al primer mundo, como proclamaban tecnocracia e intelectuales “anexos”, ahogó al país y su vital sector agropecuario en más desempleo, sometimiento y subdesarrollo, “expulsando” a millones, en su mayoría hombres entre los 15 y 45 años, forzados a migrar. El BM, promotor de la apertura, reconoce que el campo expelió a un cuarto de su población en 10 años. En EU ya residen 29 millones de mexicanos, 19 millones de ellos nacidos allá.


La “geopolítica del “desalojo”, que envía al norte a millares de personas para que se desempeñen como nannies, cocineros, domésticas, jardineros, recolectores de basura, etcétera, se intensificará 10 por ciento en 2008, dejando en el camino miles de “indocumentados”, perseguidos, rechazados, muertos o ingresados en campos de detención. Lo que es acompañado de un asimétrico flujo migratorio “de norte a sur”, como detectó Mike Davis (TomDispatch.com 12/10/07), compuesto de masas de estadunidenses que ingresan a México “para gozar de retiros gloriosos de bajo presupuesto y de segundos hogares comprables en México”. Según Davis, el número de “gringos” que viven en México creció con el TLCAN “de 200 mil a un millón (una cuarta parte de todos los expatriados de EU)”. Y con más de 70 millones de ellos “aguardando expectantes su retiro dentro de las próximas dos décadas, los expertos predicen una marejada de inmigración barata buscando climas cálidos… La demanda de tierra está subiendo el valor de la propiedad en detrimento de los habitantes locales, que junto a sus niños terminan viviendo en tugurios o simplemente se ven forzados a emigrar al norte, mostrando el lado de la medalla del aumento de la invasión”.



Debe concitar atención el magno desalojo de mexicanos de su espacio nacional y la mencionada “invasión” (silenciosa), como otro motivo de fondo de la política económica, demográfica y de seguridad de EU, impulsada desde Los Pinos y Hacienda. Las consecuencias geopolíticas, perceptibles en Baja California, son extensivas a todo México. No es algo nuevo, como apreciará quien recuerde el papel de los “colonos” en la anexión de Texas a EU: Davis advierte que la generación de baby-boomers (nacidos entre 1946 y 1964) no está sólo preparando “un retiro eventual”, sino que “está especulando cada vez más en propiedades y condominios mexicanos llevándose sus tiendas tipo Hooters, Burger King y Starbucks”. Si no es frenado, este asimétrico dinamismo “migratorio”, de ida y vuelta, “probablemente produzca una marginalización social intolerable y la devastación ecológica”.



Ya docenas de grupos campesinos, de trabajadores y derechos humanos y los comercializadores agrícolas (La Jornada, 31/12/07, p. 7) advierten que este esquema provocará “una catástrofe económica y social para la mayoría de los productores, inseguridad alimentaria y vulnerabilidad para la seguridad y gobernabilidad” del país.