jueves, 26 de marzo de 2009



Caos e intervención
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 26 de Marzo de 2009.
Cuatro son los pilares de los juegos geoestratégicos propiciados por el aparato de seguridad de Estados Unidos en México: armas, droga, negocio y caos. El término juegos es engañoso. No son travesuras espontáneas sino sangrientos esquemas encaminados a eliminar, del Bravo a la Patagonia, obstáculos jurisdiccionales al dominio hegemónico y empresarial de EU sobre naciones con recursos humanos y naturales estratégicos. México y Colombia son los campos de prueba para impulsar la doctrina de las fronteras flexibles, como ya lo experimentó Ecuador en Sucumbios el año pasado.

El manejo que hace el aparato de seguridad de EU de la dinámica entre armas, negocio y drogas es central en la promoción del caos y la inestabilidad en dichos países que es base y excusa para la intervención y ocupación militar. Son realmente espectaculares y muy preocupantes los datos ofrecidos por instancias oficiales del gobierno mexicano sobre la cauda inagotable de armamento de gran calibre, volumen y alta tecnología que, bajo las narices (si no es que con la venia) de las aduanas de EU, se envía a México: se han asegurado 29 mil armas de nueva tecnología de uso exclusivo militar como lanza granadas MGL calibre 37 y 40 milímetros; fusiles Barret 50; sub ametralladoras y pistolas belgas importadas por EU y enviadas de manera expedita a México; armamento diseñado para penetrar vehículos blindados, cohetes anti tanque M72 y At4; lanza-cohetes; granadas de fragmentación como las usadas contra la población en Morelia el 15 de septiembre de 2008 –un operativo utilizado para el lanzamiento de la Iniciativa Mérida.

Ese armamento, por su volumen, (imposible de escapar a la detección en aduanas), alto calibre junto con un probable despliegue de mercenarios y/o fuerzas especiales bajo cubierta, serían ingredientes centrales de los esquemas de ampliación militar del Departamento de Defensa (DdD) en curso en México, montados en el baño de sangre en que se transformó la militarización de la guerra contra el narco con que dio inicio un sexenio huérfano de legitimidad después de la cuestionada elección de 2006.

El escenario es deplorable: Mexicanos aniquilando mexicanos mientras EU, su aparato de seguridad y sistema bancario sacan jugo con la dinámica entre el tráfico y consumo sin control de drogas allá y la venta de armas aquí. Al norte, los dólares, al sur las balas y las pilas de cadáveres. Todo con graves riesgos para la soberanía e integridad territorial del país y sus vastos recursos naturales. Es una dinámica en la que los organismos de espionaje de EU y su DdD, ahora bajo Robert Gates, ex director de la CIA, juegan un papel primordial: la inter-relación con y protección de, los negocios mundiales del narco y el tráfico de armas, quedaron ilustrados en el escándalo Irán-contras, un operativo secreto de la CIA para financiar la guerra de Reagan contra la revolución sandinista usando dinero del tráfico ilegal de armas a Irán. Según Michel Chossudovsky, Gates está implicado en el Irán-contra y hoy las fuerzas de ocupación en Afganistán apoyan el narcotráfico que produce cerca de 200 mil millones de dólares en ingresos para el crimen organizado, las agencias de inteligencia e instituciones financieras occidentales. (Voces del Periodista, III-09). Además, se ha documentado que la CIA jugó un papel central en el desarrollo de los triángulos de la droga latinoamericanos y asiáticos. Estos fabulosos negocios y arreglos siguen bajo la protección de los servicios de inteligencia de EU indicando su vigencia bajo el nuevo gobierno demócrata, lo que además ofrece una base para la interpretación adecuada de un documento del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas cuyo eje es el caos en México, ante el cual EU estaría obligado a dar una respuesta dadas las consecuencias para su seguridad interna. Lo que no se menciona es el papel de EU en la génesis del caos inducido por medio del trinomio armas-negocio-drogas.

jueves, 12 de marzo de 2009

En bandeja de plata
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 12 de Marzo de 2009.



México vive momentos de alto riesgo. Cuando arrecian recesión, desempleo y flaquean los alfileres que sostienen la economía por la caída de petróleo, remesas, turismo y exportaciones, las imprudentes y desatinadas políticas económicas neoliberales y de seguridad del calderonismo nos colocan en serio predicamento. Se privatiza y extranjeriza la renta petrolera; se aplican medidas procíclicas; se arremete contra salario, agricultura, derechos laborales y el aparato productivo en un esquema que anualmente expulsa a 600 mil mexicanos de su espacio nacional. Con la válvula cerrándose por el colapso del empleo en Estados Unidos, a diario aumenta el riesgo de explosión social, en especial en la frontera norte. Mientras, la inconstitucional militarización de la campaña contra el narcotráfico y crimen organizado, tareas exclusivas de entes civiles, alentada por Estados Unidos y Los Pinos, se hunde en un baño de sangre, debilita la función de defensa nacional y gesta una debacle de derechos humanos.

En medio del torbellino, el almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, apologista del Plan Colombia, de visita la semana pasada nos avisa que las fuerzas armadas a su cargo “están listas para ayudar a México en su guerra contra el narco con tácticas de contrainsurgencia como las empleadas contra los rebeldes de Irak y Afganistán”. La declaración es ominosa. Anuncia la ocupación militar con operaciones de inteligencia y patrullajes terrestres, aéreos y navales conjuntos. En Irak y Afganistán Estados Unidos no enfrenta a rebeldes sino a los pueblos organizados como resistencia armada ante una atroz petro-guerra y ocupación militar.

En México el plan de juego del Pentágono incluye, como en Colombia, la Iniciativa Mérida que no ataca las raíces ni los pilares de la criminalidad y el narcotráfico: o los deja intactos o los acicatea y utiliza como excusa para militarizar e intervenir junto al despliegue de bases, esquemas portuarios y empresariales de dominio económico/territorial sobre recursos humanos y naturales.

Ante los riesgos de usar al Ejército Mexicano como eje de la lucha contra el crimen organizado, terrorismo y narcotráfico, Dominique De Villepin, ex primer ministro de Francia, consideró necesario advertir a Los Pinos en 2008, en una conferencia magistral en la sede del PAN, que en esa campaña “la militarización no tiene que ser el elemento central… ya que tiene consecuencias”, e insistió en la importancia de poner adelante los elementos de inteligencia y financieros, económicos. Esto, según De Villepin se acompaña con la estrategia de seguridad y militar.

Para Edgardo Buscaglia del ITAM, asesor de la ONU en estos temas, la violencia desatada revela que la política de enfrentar la delincuencia organizada no es la correcta, ya que privilegia la militarización y no atiende las causas que originan el crimen y el narcotráfico. El resultado, dijo Buscaglia hace un año, está a la vista y puede recrudecerse si no se replantea el camino, si no se trata de desmantelar la red en que se sostienen los grupos criminales, en vez de militarizar, de atacarlos con efectivos y buscar su encarcelamiento como ocurrió en Colombia. Diego Valadés, de la UNAM, advierte de la inconstitucionalidad de esta militarización a lo que se agrega el peligro golpista por los desequilibrios cívico-militares inducidos en México cuyos efectos en Estados Unidos serían de largo alcance en lo social y político.

Advertencias todas de innegable urgencia, pero desoídas. Sin noción de razón de Estado y con levedad, Calderón abre de par en par las puertas a la injerencia del Pentágono. Además, de manera temeraria, en medio de una de las crisis económicas mundiales más severas de la era moderna, aplica políticas recesivas, antipopulares y entreguistas, no sólo en materia petrolera, alentando tensiones de clase y el caldo de cultivo de los males que dice combatir. Mientras México estalla, el panista lo sirve a Washington en bandeja de plata.