domingo, 24 de mayo de 2009

Desfases

John Saxe Fernández, La Jornada, Jueves 23 de Mayo de 2009.



En una época de crisis y transición hegemónica como la que vivimos, son frecuentes, riesgosos y patéticos los desfases y los cruces entre una realidad que cambia estructuralmente y la terquedad de inercias con su retórica, paradigmas e intereses que corresponden a situaciones históricas que se desvanecen o mutan con inusual ímpetu. Son desfases que exigen atención porque afectan áreas críticas y conexas: economía, política y seguridad.

Con un retroceso del PIB mexicano del 5 al 6 por ciento es de alta explosividad social la ausencia de políticas anticíclicas vigorosas y generalizadas que apoyen al aparato productivo, a su sector industrial, agropecuario, de servicios y responda a la baja demanda interna y externa asociada a la crisis económica y financiera mundial.

Es un desacierto agravado por el brote del H1N1 que, como apunta S&P, impacta al comercio minorista, turismo, financiamiento hipotecario, industria automotriz y de la construcción. Que la actual política fiscal y monetaria condena al país a una contracción mayor, lo saben voceros de Moody’s y Standard and Poor’s (S&P), conocidas firmas calificadoras. Alfredo Coutiño, de Moody’s notó que “el gobierno (de México) no generó la flexibilidad fiscal suficiente –gasto– para mitigar el impacto de un choque externo” y que el Banco de México no sincronizó su política monetaria al estímulo fiscal a tiempo, a pesar de la clara evidencia de recesión. (La Jornada, 15/5/09, p. 28). Pero nuestros hacendistas tan sujetos a la condicionalidad externa no lo ven así, como el borrachito aquel que, cuando el festín neoliberal acabó, la orquesta calló y es otro día, sigue brindando, lanzando cohetes y confeti.

Pero no es el espectáculo chusco ofrecido por los neoliberales, sino los ruinosos efectos humanos y ecológicos de su sometimiento a Estados Unidos, por el desempleo, pobreza, insalubridad, devastación ambiental, polarización, informalidad económica y criminalidad que acicatea su diseño procíclico de políticas fiscales, monetarias y reformas estructurales, que Estados Unidos y Europa recetan a otros pero consideran un suicidio para sus sociedades y economías. A Washington esos efectos sirven como excusa para imponer regímenes de excepción neo coloniales en México, Colombia y Centroamérica.

Agréguese a la caída económica el colapso de legitimidad del calderonismo y se tendrá un indicio del monumental error histórico y geoestratégico que, como documenta Alfredo Jalife, acarrea la conjunción de la reforma energética y la integración militar con Estados Unidos por medio del Comando Norte. Además, la militarización de la campaña contra el narco desgasta y polariza al Ejército y la función de Defensa nacional.

El ex senador Manuel Bartlett recién advirtió que esa reforma es una privatización de facto para pseudolegalizar el contratismo desatado en Pemex. Lo que ocurre en un contexto de integración militar bajo la Iniciativa Mérida (IM), dado el despliegue terrestre y marítimo de las operaciones de la paraestatal. Semejante al Plan Colombia, la IM nos abre a la intervención/ocupación extranjera abierta o disfrazada, con efectos de gran riesgo para los derechos humanos y la soberanía.

En ese contexto es preocupante lo que ocurre en Pemex: según la senadora Rosario Ibarra de Piedra, desde hace dos años en Nuevo León se registraron “38 desapariciones de personas pertenecientes o vinculadas al sindicato petrolero… las desapariciones de petroleros tienen que ver con policías y soldados, con órdenes de alto nivel”. (La Jornada 17/5/09, p.5). Es una criminalidad de Estado (interna y/o externa) para anular el rechazo a la entrega de la renta petrolera a firmas nacionales y extranjeras como Halliburton, cercana a R. Cheney.

Finalmente debe considerarse el acople y posterior desfase de procesos que afectan la ecuación cívico-militar. En Estados Unidos se cancela por inoperante, la noción de guerra contra el narco, mientras al sur sigue como pantalla del intervencionismo del Pentágono y del entreguismo de Calderón.

jueves, 7 de mayo de 2009

La geoestrategia del terror
John Saxe-Fernández, La Jornada, Jueves 7 de Mayo de 2009.



Ante el embate de la crisis se agudiza la discrepancia entre una realidad signada por el desempleo, cierre de empresas, bancos y aseguradoras y la retórica a favor del free trade y las privatizaciones: hace poco, cuando Luis A. Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), censuró el estatismo y el populismo de algunos gobiernos, parecía una insólita crítica a los colosales rescates bancario-empresariales y al dirigismo de la Casa Blanca de Barack Obama que por esos días forzaba la renuncia del CEO de General Motors. Digo insólita porque el BID junto al Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, es parte y parcela, con el Pentágono (DdD), la CIA, AID y la DEA, de los instrumentos disponibles al Ejecutivo de EU al sur del Bravo.

Pero no. Moreno dirigía su crítica a Venezuela, Bolivia y Ecuador, que, por su estatismo y populismo, fueron colocadas por el almirante Dennis Blair, director de la Inteligencia Nacional, en la categoría de amenazas a la seguridad estadunidense en la región, junto a Cuba, China, Irán y Rusia. Blair apunta su dedo acusador desde la coordinación de espionaje de la mayor burocracia estatal-militar de la era moderna, cuyo presupuesto rebasa el billón (trillion) de dólares y que opera la geopolítica del terror, con dos campos de prueba: el Plan Colombia y su extensión en la Iniciativa Mérida (IM).

A más de una década del Plan Colombia, existe evidencia ad nauseam de atrocidades y crímenes de lesa humanidad para exigir su enjuiciamiento-supresión y conjurar su clonación en la IM: el reciente informe Impunidad uniformada, de Human Rights Watch sobre el uso indebido de la justicia militar en México para investigar abusos cometidos durante operativos contra el narcotráfico y la seguridad pública, es una fuerte llamada de atención. Al respecto son abrumadores los documentos, reflexiones y testimonios ofrecidos por Hernando Calvo Ospina (Terrorismo de Estado en Colombia, el Perro y la Rana, Venezuela, 2007) sobre el patrocinio y participación del DdD en el uso del terror por medio de las Fuerzas Armadas colombianas (FA) y de unidades paramilitares, el brazo clandestino del Estado –estadunidense y colombiano–, en la ejecución de crímenes de guerra contra una población inerme. Ello como estrategia de control territorial y poblacional permanente y complementario de la política contrainsurgente, según informe de 1997 de la alta comisionada de la ONU.

Hasta 1994 las FA eran responsables de la mayoría de las masacres. Para evitar el hundimiento de la actuación e imagen del principal aliado militar de EU en América del Sur y con el aval de los gobiernos de Bush padre y de Clinton, se desplegó una campaña para hacer lucir al paramilitarismo como un tercer actor en el conflicto interno. Washington y Bogotá se esforzaron por presentar esa aberración como un electrón libre, cuya violencia no podía ser controlada: el Estado pasaba a mostrarse como víctima de los violentos, tanto como la población (p. 257). Los paramilitares se convirtieron en el brazo ilegal de la fuerza pública para la que ejecutan el trabajo sucio. Según el Congreso del Defensor del Pueblo es una nueva forma de ejercer la represión ilegal sin cortapisas que algunos llaman la violencia por delegación.

Los hechos muestran la activa acción de las Fuerzas Especiales y contratistas-mercenarios de EU en el esquema mientras que, de manera sistemática, las FA no se movilizan para evitar las matanzas, sino que aportan a su realización como se asume en los esquemas de dominio geoestratégico del Pentágono y su Comando Sur. Lo esencial de la geoestrategia del terror, de acuerdo con un documento del Departamento de Estado, está en el dominio sobre zonas ricas y estratégicas que, como la de Urabá, no sólo produce 60 por ciento del banano, sino que contiene gigantescas reservas madereras, pesqueras, oro, plata, platino, cobre, titanio, cobalto radiactivo, gigantescos recursos petroleros, y una biodiversidad casi sin igual en el mundo (p.188).