jueves, 17 de marzo de 2016


Capitalismo y colapso climático (II)
John Saxe-Fernández , La Jornada a Jueves 18 de Marzo de 2016.
E
l aumento y acumulación en la atmósfera de gases con efecto invernadero (GEI) no ha cesado. En febrero la temperatura global (dato crucial del colapso climático antropogénico, CCA) dejó atónitos a climatólogos y analistas, rompiendo los máximos registrados desde 1880 cuando empezaron los registros. En el último cuarto de siglo se generó la mitad de todo el CO2 emitido desde el inicio de la era industrial (1750) y según el World Resources Institute, de 1850 a 2011 EU, el epicentro de la crisis del capitalismo, lanzó 27 por ciento del total de emisiones de CO2, más que cualquier otro país. Por ser un fenómeno de peso antropogénico, se impone una revisión de las fuerzas políticas, sociales y los mecanismos utilizados en el atraso de más de tres décadas en la regulación vinculante de los GEI, asunto investigado por Robert Bruller en Institutionalizing delay (Climatic Change, 21/12/13).
El de Bruller es el primer estudio que investigó, con muestras de la vasta base de datos de la oficina de recaudación de impuestos, el financiamiento por parte de fundaciones conservadoras –con vínculos poco visibles con la industria fósil y sus magnates– de grupos, institutos y centros de acción que niegan el CCA. Detalla cómo esos fondos (poco más de 900 millones de dólares anuales) se usan para oponerse a toda regulación de los GEI y cómo esta eficaz y compleja maquinaria político-cultural de la derecha opera con una tendencia a la ampliación y ocultamiento de las fuentes, recurriendo a fondos de donantes y corporaciones que prefieren el anonimato en una cruzada que rechaza el consenso de 97 por ciento de la ciencia de hoy.
Para apreciar el negacionismo en Estados Unidos es necesario revisar este estudio a la luz de la reciente decisión del Departamento de Justicia de Estados Unidos (DOJ) de pasar a la División Criminal de la FBI la investigación sobre la supresión de la ciencia climática realizada por ExxonMobil durante décadas. Legisladores californianos han solicitado investigar la presunta violación de Exxon de leyes federalespor no dar información veraz al público sobre el efecto de sus productos en el calentamiento del orbe, alentando el atraso en la regulación de GEI y en la gestación de catástrofes climáticas.
Los efectos de esa colosal operación de negación del cambio climático se reflejaron en encuestas del Pew Research en la primavera de 2012. A la pregunta ¿creen los científicos que la tierra se calienta por la actividad humana?, 43 por ciento respondieron que no; 12 por ciento no sabían y sólo 45 por ciento respondieron en afirmativo (ibid) reflejando un desconocimiento amplio del predicamento climático. Sin duda la acción del DOJ estaría afectando a la opinión pública ya que evidencia que desde hace décadas Exxon había investigado y sabía sobre el calentamiento vinculado a los GEI y confió en el conocimiento científico al punto de usarlo en su programa de inversión, y que, además encubrió el papel de los combustibles fósiles en el CCA e interfirió en los esfuerzos oficiales para actuar de manera efectiva sobre el fenómeno, todo para proteger sus fabulosas ganancias.
Exxon et al realizaron éstos y otros esfuerzos e iniciativas para evitar toda regulación de los GEI. Logró acceso a la página editorial del The New York Times (NYT) para publicar artículosfirmados con su logo sobre los límites del principio de cautela; los altos costos de la regulación medio ambiental, criticando todo subsidio a las energías renovables (solar, eólica), sin mencionar los más de 37 mil millones de dólares públicos en subsidio directo a petróleo y gas, dedicándose al fomento una vasta red de acciónnegacionista: es lo de que revelan dos investigaciones, una de Inside Climate News y otra de Los Angeles Times.
Desde el otoño pasado las encuestas más recientes realizadas por la Universidad de Texas (Austin, primavera, 2016), revelan cambiossignificativos en las actitudes de la población sobre el cambio climático. Sheril Kirshenbaum, directora de laEncuesta sobre Energía UT, escribe que quizá fue el clima. O el Papa. O lo irrefutable del dato científico. O quizá una combinación de todo eso. O, agrego, las revelaciones de las investigaciones o los tiempos electorales, lo cierto es que tres de cada cuatro entrevistados ahora aceptan que el cambio climático ocurre, incluidos una mayoría de republicanos. Entre marzo y octubre de 2015 la opinión republicana pasó de 47 por ciento al 59 por ciento y en marzo de 2016 a 54 por ciento. Entre los demócratas ha sido y permanece en 90 por ciento. En breve: la mayoría de la población de Estados Unidos ahora acepta el consenso científico, que el CCA es real y es una amenaza.
El problema es que 59 por ciento de los diputados y 70 por ciento de los senadores republicanos rehúsan aceptar dicho consenso científico por lo que el Congreso de Estados Unidos tiene 182negacionistas representando a más de 200 millones de ciudadanos de Estados Unidos. ¿Cómo explicar esta anomalía? Bernie Sanders acierta: la clave está en el dinero fósil para el gasto corriente y electoral de los legisladores.

jueves, 3 de marzo de 2016


Capitalismo y colapso climático (I)
John Saxe-Fernández, La Jornada a Jueves 3 de Marzo de 2016.
¿Q
uiénes son losresponsables y grandes ganadoresdel retraso de 24 años en la regulación y freno de las emisiones de gases con efecto invernadero (GEI), que según el consenso científico articulado por el Panel intergubernamental sobre cambio climático de la ONU, está en la base del colapso climático antropogénico (CCA) en curso? Estudios de Richard Heede (Climatic Change, enero, 2014); Robert Brulle (Climatic Change, enero 2013), Justin Farrell (Academia Nacional de Ciencias, mayo 2015) y Tim Gore (Oxfam, 2015) ayudan a dilucidar lo que para una abrumadora mayoría (97 por ciento) de la comunidad científica del mundo es, junto a una guerra nuclear, el riesgo mayor jamás afrontado por la humanidad y la biota global.
Heede rastrea las huellas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4) de los principales productores de combustibles fósiles y cemento en la vasta base de datos del Departamento de Energía de Estados Unidos. Su estudio registró emanaciones de las principales 50 firmas privadas; de 31 entes estatales y de nueve naciones productoras de petróleo, gas natural, carbón y cemento, de 1854 a 2010. Su emisión global acumulada de GEI fue de 914 mil millones de toneladas de CO2 equivalente (GTCO2e): 63 por ciento de la generación mundial de CO2 industrial y CH4 entre 1751 y 2010. Ese es el total de lo lanzado a la atmósfera por los 90 mayores entes fósiles.
Desde un diario inglés Suzanne Goldenberg sintetizó la sustancia del estudio así: La crisis climática del sigloXXI fue causada en gran medida por sólo 90 corporaciones, que han lanzado a la atmósfera dos tercios de los GEI generados desde el inicio de la era industrial. Las firmas van desde corporaciones como Chevron, Exxon y BP a entes de propiedad estatal.
En entrevista, Heede indicó que aunque existen miles de productores de gas, petróleo y carbón, los que toman las decisiones, los altos gerentes de las principales firmas emisoras de GEI, son pocos. Caben en uno o dos autobuses. Enfatizó un dato de gran relevancia: que la mitad de los GEI emitidos desde la revolución industrial ¡se generaron en los últimos 25 años! es decir, desde que las corporaciones y los gobiernos ya sabían de la relación entre las emisiones de GEI y el calentamiento global con alto riesgo para centenas y miles de millones de personas. Cabe volver a recordar que en la Cumbre de la ONU en Brasil, 1992, también lo advirtió Fidel Castro.
La relevancia sociopolítica del estudio de Heede no pasó inadvertida ni por quienes van a las cumbres climáticas, ni por los funcionarios que dialogan en lo oscurito con los cabilderos de la industria fósil. Importa especificar la responsabilidad histórica de grandes firmas de las sociedades de consumo: el problema no es gestado por la humanidad, ni por aumentos en la población, sino por la vasta explotación capitalista que se gestó desde la revolución industrial, con los combustible fósiles en papel de vital eje de acumulación. El dato duro que da Heede hace trizas la noción de que en el calentamiento global todos somos culpables, por tanto no hay responsables y evidencia que no vivimos en un antropoceno como se lee con frecuencia, sino en elcapitaloceno, asunto planteado por Elmar Altvater en El Fin del capitalismo, tal y como lo conocemos,2012.
Desde los años 70 las grandes petroleras encabezadas por Exxon fueron advertidas por sus científicos del riesgo de los GEI, según se documentó en 2015. Exxon usó ese conocimiento para sus negocios, desatendió las advertencias, apoyó al negacionismo con millones, lucró con la duda sobre la ciencia climática y gozó la cascada de ganancias que traía consigo el desborde de las emisiones de GEI registrados en los pasados 25 años gracias al bloqueo de la industria fósil a la regulación y freno vinculante de esos gases.
Estos son crímenes corporativos y/o estatales de lesa humanidad. Según el FMI (imf.org) en 2015 la industria fósil mundial gozó de subsidios por 5.3 billones (trillions) de dólares, mientras Exxon anunció antes de la COP21, cuando se habló de compromisosvinculantes que extraería petróleo sin límite y Rex Tillerson, su CEO, anunció en la CERAWeek (Houston, abril, 2015) el arribo de unatransformación dramática de la escena energética gracias a tecnologías quedan acceso a la energía de las arenas bituminosas, a los fósiles en aguas profundas, al gas y petróleo de lutitas y del Ártico (sic). Toda una nueva era de abundancia energética hacia el caos climático con aumentos de temperatura de 4ºC a corto plazo (según estudio deShell) hasta los 6ºC después.
Al año de lo dicho por Tillerson, Enrique Peña Nieto fue al Texas de los Bush. Premiado por la entrega del sector petroeléctrico de acá, festejó con CERA su hazaña anti-nacional para que Exxon, Shell, et al, sigantransformando al mundo como lo conocemos y ocupen los yacimientos y gasolineras del país, en medio de la mayor violencia y desastre de derechos humanos en la historia nacional.